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¿Qué son los gliconutrientes?

Para que nuestro organismo funcione adecuadamente necesita una serie de nutrientes “esenciales”.

Estos no pueden ser fabricados por nuestro organismo, y por lo tanto es necesario ingerirlos a través de la alimentación.

Todos conocemos las vitaminas, minerales, aminoácidos y ácidos grasos, pero también existen 8 azúcares esenciales que son imprescindibles para la transmisión de la información intercelular y por lo tanto, muy importantes para la salud.

En nuestra dieta moderna, solo ingerimos dos de los ocho azúcares esenciales, la glucosa y la galactosa. Para producir los otros 6 azúcares, el cuerpo tiene que someterse a una serie de reacciones enzimáticas y químicas.

Hasta hace poco se consideraba que los azúcares sólo eran fuente de combustible y energía para nuestro organismo. Ciertamente la energía de nuestro cuerpo se produce en gran parte a partir de los azúcares que digerimos y quemamos. En la naturaleza hay más de 200 tipos de azúcares (glúcidos o hidratos de carbono), no obstante la ciencia ha demostrado recientemente que hay 8 azúcares (monosacáridos) que ayudan decisivamente al sistema inmune y al buen funcionamiento de nuestro organismo.

Estos 8 gliconutrientes (azúcares biológicos) no se queman para producir energía. Ellos forman los bloques de construcción llamados glicolípidos y glicoproteínas, y son parte integrante de estos glucocomplejos de la superficie de las membranas celulares, estando implicados en los sistemas de comunicación intercelular.

Los gliconutrientes se adhieren a moléculas de proteína en la superficie de las células y forman unas estructuras llamadas glicoproteínas a través de las cuales, el cuerpo transmite mensajes biológicos.

transmitir mensajes para apoyar necesidades corporales tales como la de nutrición, reparación y la protección. También ayudan a alertar al sistema inmune y a dirigir su tráfico. Las células utilizan su propio idioma, el llamado “código de las azucares” para comunicar qué tipo de células son, si están sanas o enfermas, para reconocer otras células y agentes patógenos como virus, bacterias y microbios. En pocas palabras, estos azúcares esenciales se convierten en parte de la compleja estructura celular, que permite que nuestras células se comuniquen adecuadamente.